No falla. Lo primero que hago cuando quito el precinto de un nuevo disco es, antes de hacerlo sonar, sacar el libreto y ponerme a leer. Leo todas las canciones del tirón. Disfrutando la literatura sobre el sonido del silencio. Pensando lo que leo e imaginándome cómo va a poder musicalizarse después.
Últimamente, y no es broma, en la mayoría de los casos no llego a colocar el disco en el equipo porque el libreto no me llega, no me engancha, no me dice nada. Es dramático.
Ahora mismo, sin embargo, tengo sobre la mesa "Debut" (Mother Records, 1993), el histórico primer trabajo de Björk, y "A curva da cintura" (Mais Um Discos, 2012), el asombroso proyecto en común de Arnaldo Antunes, Edgard Scandurra y Toumani Diabaté. Casi veinte años de diferencia entre ambos y un parecido fundamental: ninguno tuvo que rendir cuentas a nadie (ni con el boli ni cuando apretaron al rec). Empezando por los textos.
Björk comienza escribiendo: "Si nunca te has acercado a un ser humano y al comportamiento humano, prepárate para la confusión; definitivamente no hay lógica para el comportamiento humano, y sin embargo es irresistible. No hay mapas para el comportamiento humano".
Antunes arranca con este párrafo: "Sigo yo solo en mi onda, no vas a acompañarme, sigo al sol, no quiero sombra, ni nadie que me asombre, estoy entre los dientes de la serpiente, en la jaula del león, bailando en la chapa caliente del fogón, este camino lo hago yo solito, no vas a venir conmigo".
Luego los discos han sonado, claro. El de Björk, como nunca. La conexión Mali-Brasil, como era de esperar. Por favor, lean los libretos. No es que se trate de la unión perfecta de literatura y música, tal y como dicta este programa; es que Es Lo Primero.
Víctor David López