Cuando uno anuncia una presentación de un libro a posteriori pueden haber sucedido tres cosas. La primera es que uno no sepa ni en qué día vive ni de dónde se ha caído, la segunda es que el día de la presentación sea lo de menos, y la tercera es que esa tarde haya pasado a los anales de la historia. En el caso que nos ocupa hay un poco de todo. Sin embargo, para desdramatizar el retraso, hay que recalcar que lo único que yo hice fue desplazarme hasta el lugar que indicaba el cartel (llegué el primero, por cierto), y, sin mediar palabra comprar mi ejemplar de "Doce cuentos del sur de Asia". Y eso se puede seguir haciendo perfectamente aunque cuando vayáis no haya presentación, ya que es la única librería que de momento lo vende. Al fin y al cabo, el acto que yo presencié duró muy poco y fue muy bizarro. Eso sí, el estrecho local estaba hasta la mismísima bandera; y el editor hasta las mismísimas narices, así que en mitad del acto se levantó y se fue. Y hasta ahí pude leer. El resto, que es un lío de padre y muy señor mío, está dentro de estas páginas, o eso creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario